Parroquia de San Marcos, Santa Eulalia y   San Torcuato.

 

 

SAN MARCOS

Jesús González Martín

Los párrocos de las parroquias mozárabes venían ejerciendo su ministerio pastoral cada uno en su templo, atendiendo así a las necesidades de sus respectivas feligresías. Esto podría parecer evidente, pero en el caso de San Marcos, al quedar arruinada su iglesia, tuvo que asistir a su feligresía desde otros templos ya que los parroquianos eran siempre los mismos. Éstos  no cambiaban aunque la parroquia se trasladase de templo. No olvidemos que estas parroquias lo son a título personal y no territorial.

La parroquia de San Marcos ha estado estrechamente ligada a la de San Antolín. Al ser esta última anexada al convento de Santa Isabel de los Reyes en el año 1480 se trasladó la parroquia latina a la mozárabe de San Marcos. En este templo convivieron ambas feligresías y como bien dice Ramírez de Arellano en su obra Las Parroquias de Toledo, es muy difícil separar la historia de las dos parroquias.

La iglesia tenía tres naves, con sus altares, a decir de los que la vieron en pie: el del Sacramento, el de la Virgen de Belén y el de Santa Quiteria, con sendas puertas: una de ellas, la  que daba a la calle, se abría a los pies de la iglesia; la otra daba paso al patio  principal.

Entre los años  1651 y 1657 se derribó la torre por amenazar ruina, y se construyó una nueva según las trazas de  Diego de Venavides. También se hizo un retablo para el altar mayor de san Marcos.

Ramírez de Arellano en su obra citada, nos dice que, "al parecer el templo debía de estar dividido de alguna forma, ya que la parte correspondiente a San Antolín se cayó en 2 de septiembre de 1778, y para acabar de demolerla se trasladó a San Bartolomé; y San Marcos siguió allí hasta que un nuevo hundimiento le hizo trasladar también a San Bartolomé el 9 de octubre".

Solo quedaría en pie la torre, el resto quedó todo arruinado. Años más tarde con ayuda del Arzobispado pudieron levantarse los muros, la portada y la sacristía, sin que pudiera concluirse la reconstrucción, pues ya estaba en estudio  la reorganización de las parroquias de Toledo afectando también a las mozárabes.  Lo poco que fue rehecho debió ser incendiado durante la invasión francesa, quedando nuevamente en pie la torre.

Foto 1. Detalle Litografía de A. Guesdon .Año 1856

En este grabado de Guesdon (Foto 1) datado en el año 1856, puede apreciarse  la torre, siendo ésta la única imagen que se tiene de ella.

El solar fue vendido en la desamortización del clero secular de 1855. Su nuevo propietario demolió la torre en 1857. Ni siquiera conocemos la planta de la iglesia, que ya figuraba como simple solar en el plano de Coello, levantado al año siguiente del derribo. Aparece como ruinas de San Marcos.

San Marcos en el plano de Coello. 1858

En 1842 tuvo lugar la comentada reorganización de las parroquias en la ciudad, según el Decreto firmado el 9 de mayo por D. Miguel Golfanguer, Pbro. del Gremio  de S.M. y Claustro de la Universidad de Alcalá de Henares, Canónigo de la Santa Metropolitana Iglesia Primada de España, Ministro Honorario del Tribunal Supremo de la Rota, del Consejo de S.M., Gobernador de este Arzobispado Sede vacante.

Las parroquias mozárabes quedaron reordenadas de la forma siguiente:

“Las parroquias mozárabes de Santa Eulalia y San Torcuato se unen a la de San Marcos, de uno solo que deberá trasladarse a la iglesia que fue del convento de Trinitarios Calzados, desde donde cada uno de los tres párrocos administrarán el pasto espiritual a sus respectivos feligreses, quedando a cargo de uno solo luego que por muerte, traslación o renuncia se verificara la vacante; y lo mismo y en igual forma las de San Lucas y San Sebastián, del propio rito, se unen a la de Santa Justa”.

La parroquia de San Marcos, en cumplimiento del citado Decreto, se trasladó a la Trinidad desde la vecina iglesia de El Salvador, a donde había llegado después de su periplo por diversos templos de la ciudad. Pero no acabaría ahí su ir y venir, pues su emplazamiento final la llevaría a Santa Eulalia, como más adelante recoge Alicia Arellano Córdoba  en su artículo “Una parroquia trashumante, que a continuación reproducimos.

 

BIBLIOGARFIA CONSULTADA.

Arellano Córdoba, Alicia. Crónica Mozárabe. Nº 5. pág.4-5. Toledo. 1981.

Parro, Sixto Ramón. Toledo en la Mano. IPIET. Toledo. 1981.

Porres Martín - Cleto, Julio. Historia de las calles de Toledo. Editorial Zocodover. Toledo. 1982.

Porres Martín - Cleto, Julio; del Cerro Malagón, Rafael Juan; Isabel Sánchez, José Luis. Toledo visto por el litógrafo Alfred Guesdon. IPIET. Toledo. 1991.

Ramírez de Arellano, Rafael. Las parroquias de Toledo. IPIET. Toledo. 1997.

www.ayto-toledo.org/archivo/archivo.asp

 

UNA PARROQUIA TRASHUMANTE

                                                                                                  Alicia Arellano Córdoba

 Fue fundada en el año 634 durante el reinado de Sisenando por la noble Blesita, según unos versos atribuidos a S. Ildefonso, y ha sido la parroquia mozárabe que más traslados ha sufrido, siendo actualmente, y solo de nombre -pues no existe el templo- , filial de Santa Eulalia.

Su emplazamiento original, al menos desde el s. XII, según los documentos, fue el callejón de S. Marcos, entre la calle del mismo nombre y la travesía de Santa Isabel. Allí albergó en su templo a la vecina parroquia latina de S. Antolín, que se había visto obligada a ceder su iglesia al convento de santa Isabel en el s. XV.

Del primitivo templo apenas sabemos otra cosa que su reforma en el s. XVI; en esa época, al decir de Hurtado, “no tiene muchas capillas, pero es de muy horados enterramientos, la mas lucida capilla que allí ay es la de Francisco Pantoja, secretario del consejo deste Arzobispado, las del regidor y licenciado Pedro de Herrera y otras de quien no tengo entera noticia”. La iglesia fue deteriorándose hasta que en 1778 pasaron las dos parroquias que la ocupaban a la de San Bartolomé; de allí, doce años después, fueron trasladadas a la parroquia de S. Cristóbal, donde estuvieron hasta 1798, siendo trasladadas de nuevo, ésta, a la iglesia de San Salvador, cuyo edificio se incendió en 1823 (parte de los libros y documentos de San Marcos se perdieron en ese incendio) y las tres parroquias tuvieron que albergarse  en el vecino monasterio de S. Miguel de los Ángeles, hasta que los destrozos del incendio  fueron reparados, lo que ocurrió en 1829.

En estos años se produce la desamortización eclesiástica, que dejó vacíos varios conventos toledanos, entre ellos el de los trinitarios, cuya iglesia es la mayor de la ciudad. El convento fue fundado en casas del caballero Fernán Pérez Pantoja –su hijo era fraile trinitario- y se anexionó al mismo un hospitalito. El necesariamente angosto edificio del s. XIII, panteón de la familia Pantoja entre otras, fue demolido en el s. XVI para edificarse el que hoy conocemos, abandonado forzosamente por sus propietarios como ya se ha dicho más arriba.

En 1835 decidió la autoridad, eclesiástica y civil, que bien podía albergar a la parroquia de S. Marcos y allí quedó instalada, debiéndose quizás a la grandiosidad del templo el que fuera respetado en la reducción parroquial de 1842 quedando la titularidad en Santas Justas y Rufina con sus filiales,  San Sebastián y San Lucas, y en San Marcos con sus filiales Santa Eulalia y San Torcuato.

Mientras tanto el antiguo templo se fue arruinando y tal vez se incendió durante la invasión francesa. En 1856 a causa de la desamortización salió a subasta, cuando aún quedaban en pie algunos muros y la torre, que fueron demolidos por el comprador en 1857.

Ha permanecido hasta el año 1981 como casa y jardín de propiedad particular, que se está demoliendo para edificar un bloque de viviendas, sin que hasta el momento hayan aparecido otros restos que un fuste de columna de granito, algunos fragmentos de cerámica del s. XVI y lo que parecen cimientos de la torre, todo a nivel de calle. Sería interesante seguir de cerca esta obra y ver si aparecen, al excavar, los restos de la primitiva fábrica de la iglesia, posiblemente visigoda, en todo caso anterior al s. XII.

Veamos qué sucedió mientras tanto en la Trinidad. Una vez que se solucionaron todos los problemas con las autoridades militares -no olvidemos que el convento se convirtió en cuartel- por decisión del Arzobispado volvió otra vez la parroquia a dicha iglesia permaneciendo en ella hasta la guerra de 1936-1939, en la que fue usada como almacén y garaje de los coches de los guardias de asalto.

Algunos años después de terminada la contienda se reanudó el culto normalmente, aunque resultó ser un edificio demasiado grande para su escasa concurrencia. En el año 1973 el Arzobispo de Toledo, Cardenal Primado de España, Doctor D. Marcelo González Martín consagra la iglesia de Santa Eulalia, recién restaurada y entregada por la Dirección General de  Bellas Artes, y aquí se traslada la parroquia de San Marcos abandonando el edificio de los trinitarios que la había albergado por más de cien años, hasta el punto que ahora es conocido por las gentes como “San Marcos”. Sin inquilinos ya, aunque conservando todos los retablos, fue usado como almacén del mobiliario de la casa del Sr. Obispo, que por estos años se estaba restaurando para Archivo Diocesano, deteriorándose progresivamente, hasta que en 1981 el Arzobispado realiza una permuta con el Ayuntamiento de Toledo: el edificio de San Marcos,  la Trinidad, a cambio de terrenos para edificar parroquias en los nuevos núcleos de población. Los retablos y otros objetos de culto han sido repartidos por diversas parroquias de la Diócesis. Como propiedad municipal piensan dedicarlo a centro cultural.

Seguramente pocas parroquias se han paseado tanto por Toledo en sus trece siglos de existencia, si damos como buena la fecha de fundación atribuida por San Ildefonso.

SANTA EULALIA

Jesús González Martín

Al hablar de Santa Eulalia, una vez más tenemos que hacernos eco de lo que los  historiadores vienen recogiendo cuando hablan de su fundación, basándose en los  versos atribuidos a San Ildefonso, donde se afirma que fue fundada por Atanagildo en el año de 559.

Lo que sí parece cierto es que el templo original fue de estilo  visigodo, ya que en las posteriores  restauraciones se han reutilizado, de la antigua fábrica, diversos capiteles y algún relieve visigótico en la torre.

De lo que no cabe la menor duda es que el templo siempre ha sido cristiano y que nunca se adaptó  como mezquita en tiempo de la dominación árabe.

La fábrica actual data del siglo XVI, manteniendo la orientación primitiva del templo ad orientem.

Su planta es basilical de tres naves y alzado con vanos semicirculares abiertos por encima de la arquería de la nave central que, aunque rehechos en la última restauración existieron en la estructura originaria siendo posteriormente cegados y encalados, según puede verse en fotografías antiguas.

Dos filas de arcos separan las tres naves, ocho a cada lado. Las columnas que los soportan están formadas por trozos de fuste, romano probablemente, y los capiteles son toscas relbras visigodas de capiteles corintios romanos, excepto uno, que es español cristiano, acomodado allí en una restauración. Amador de los Ríos lo recoge en su obra Monumentos Arquitectónicos de España.

Cada par de arcos están separados, unos están rellenos y otros  están sostenidos por columnas que forman pequeños arquillos.

Junto a la puerta de entrada, sobre la pila de agua bendita, hay una lápida sepulcral, donde se hallan inscritos los fallecimientos de D. Tomé Esteban y su sobrino D. Alfonso Esteban, que fueron clérigos de esta iglesia y murieron en 1264 y 1284.

La cabecera está formada por  tres ábsides, el central semicircular y los colaterales  cuadrados. Al ábside del altar mayor se accede a través de un  arco triunfal en forma de herradura, rematado por un friso de arquillos ciegos. Las capillas laterales  están cubiertas por cúpulas sobre pechinas con linternas decoradas con yesería.

En el siglo XVI, y así se recoge en el libro de cuentas de la parroquia,  fechado en 1581, la iglesia estaba empedrada, no solada de ladrillos como era costumbre en esa época.

La capilla mayor fue adquirida,  según reza en sendas inscripciones que hoy están a los pies de la iglesia, en 1604 por Alonso Díaz Francés de Alarcón y su mujer María de Mora Sotelo.

En aquellos años estaba presidida por una imagen de santa Eulalia, obra de Miguel González.

En actualidad, en la capilla mayor, un crucifijo de talla preside la pared desnuda del ábside.

 A sus pies se encuentra alojada una lápida, moderna, con la inscripción del Credo de Nicea.

 Con toda probabilidad, por estos años, también fueron acondicionadas las capillas laterales.

Con el trascurrir del tiempo, la iglesia se fue deteriorando, dándose noticias de los desperfectos observados al consejo de Gobernación del Arzobispado  en 1672. Éste ordenó al maestro mayor de la catedral que  visitase el templo y emitiese un informe de los reparos que se debían hacer en la fábrica.

Las noticias que nos aporta el testimonio escrito,  emitido por el maestro Mayor de la Catedral Bartolomé Zumpido, sobre la capilla mayor es que estaba casi caída. Hilario Rodríguez de Gracia, en su artículo Los reparos en la iglesia de Santa Eulalia en 1672, nos dice que capilla del lado  del evangelio era propiedad de la familia Susunaga, personajes que durante muchos años se dedicaron a la abogacía.

Otras de las obras que recoge este autor, en el citado artículo, es la de la torre. En 1691, en un expediente de cofradías, se declara que se van a iniciar los trabajos para reparar la torre de la iglesia. Las obras consistían en su demolición total. Las causas del derribo  venían por un intenso agrietamiento que sufrían  las paredes y no poder el pináculo sostener el peso de las campanas.

Tres años pasó la iglesia con una torre casi en el suelo, hasta que el nuevo maestro mayor, Pedro González, elaboró un proyecto para construirla nuevamente.

El 23 de agosto de 1692, el consejo de la Gobernación del Arzobispado dio  la capilla del lado del evangelio a la Hermandad de  Sacerdotes para venerar en ella a Jesús Nazareno.

Ramírez de Arellano dice que en este mismo año, posiblemente  con ocasión del  establecimiento de la Hermandad  se abrió puerta de la iglesia a la plazuela de los Sastres (Plaza de Santa Eulalia), por el maestro Miguel Pavón, y las hojas fueron obra del maestro carpintero Diego García Rosado, costando todo 61.302 mrs”. Estos mismos maestros hicieron la sacristía nueva en 1695.

La imagen de esta Hermandad, cuando se cerró la iglesia en 1842, se trasladó al monasterio  de monjas bernardas de Santo  Domingo el Antiguo. Hoy se encuentra en la iglesia de santo Tomé.  En la actualidad esta capilla está dedicada al Santísimo Sacramento, en ella se venera  al Lignun Crucis.

El 30 de julio de 1698 el citado Consejo dio la capilla de la nave de la epístola a la esclavitud de la Virgen de la Soledad.

En la cúpula, como ya hemos dicho, decorada con yeserías,  observamos el símbolo habitual de las esclavitudes, una ese atravesada por un clavo. En la columna izquierda del arco de entrada a la capilla, hay una hornacina con una pintura de la citada imagen.

El 30 de  marzo de 1834 Pedro de Ribera, maestro  tallista, cobró 200 reales por hacer  cabeza y manos a Ntra. Sra. de la Soledad “por estar sumamente indevota.”

La imagen  fue trasladada junto con la de Jesús Nazareno al convento de Santo Domingo el Antiguo. Hoy se encuentra  en su sala capitular.

En la actualidad la capilla está presidida por una imagen de la titular de la parroquia.

Como hemos apuntado, en esta iglesia se venera un Lignun Crucis. Pisa nos describe cómo fue el hallazgo de la Santa Reliquia:

"Al reparar una pared  que por su antigüedad grande amenazaba caer, se hallaron  en un hueco un cofrecito que está al presente en una alacena al lado del evangelio, y de muchas reliquias, entre ellas la mas principal un pedazo del Lignun Crucis, en que Jesucristo nuestro señor fue crucificado, que hoy está colocada en un relicario de plata en el mismo tabernáculo y Sagrario del Santísimo Sacramento".

El relicario de metal, dorado, que fue mandado hacer por Francisco de la Palma Hurtado,  es una cruz  de brazos lisos, de base rectangular decorada con óvalos esmaltados en azul. En la peana hay un texto en latín, que traducido por D. Jaime Colomina dice “Francisco de la Palma Hurtado protector de esta iglesia de Santa Eulalia, en recuerdo del niño resucitado milagrosamente y de su propia salud maravillosamente recuperada, adornó el santo Lignum Crucis  con sus propios bienes el año del Señor de 1636”.

La Santa Reliquia está alojada en una ampolla de cristal  que se encuentra incrustada en la cruceta del relicario.

Se hace referencia a la misma en el milagro  ocurrido  en el año 1481. Una mujer llamada María de Toledo tenía un hijo de unos 6 años de edad.  El muchacho el día del Corpus Christi, fue camino de la Catedral para presenciar la procesión. Pero en el trayecto se subió a unas tribunillas, y sucedió que se precipitó al suelo, con tan mala fortuna que a causa de las heridas sufridas falleció.

La  madre cogió a su hijo en los brazos y fue hasta la casa del cura de Santa Eulalia a pedirle que abriera la iglesia porque tenía la esperanza que la Santa Reliquia le devolvería vivo a su hijo. Alonso Yepes, que así se llamaba el sacerdote, dijo que el cuerpo del niño se podía quedar aquella noche en la iglesia para enterrarle por la mañana. Pasaron al muchacho a la iglesia y como le había requerido la madre pusieron sobre su cuerpo la Santa Reliquia. Al momento de tocarle el niño resucitó  “bueno y sano y sin lesión alguna. El vicario general de Toledo hizo la averiguación con mucho número de testigos fidedignos autorizados con la fe de tres escribanos públicos, guardase el testimonio original de este Milagro en la misma iglesia que está escrito en pergamino”.

El Lignun Crucis procesiona el Viernes Santo acompañado por la Hermandad de Caballeros y Damas Mozárabes,  según decreto de fecha 1 de marzo de 1976:

"Nos, Dr. D. Marcelo, del Título de San Agustín. Presbítero Cardenal González Martín, Arzobispo de Toledo. Primado de las Españas.

Vista la solicitud presentada por el Rvdo. Sr. Cura Párroco de la Parroquia Mozárabe de Santa Eulalia y San Marcos de esta ciudad de Toledo, en la que nos expone que existe en dicha Parroquia una Reliquia de “Lignum Crucis” encerrada  en un Relicario de metal dorado en forma de cruz con una inscripción  al pie del año 1636.

Que mencionada Reliquia del “Lignum Crucis” tiene un historial probado documentalmente en que se demuestra la gran veneración que en los siglos pasados se tuvo a esta  Sagrada Reliquia.

Que en nombre de la comunidad mozárabe de Toledo nos pide que tan venerable Reliquia  reciba homenaje fervoroso de todo el pueblo de Toledo en el día santo del Viernes Santo, sacándola en procesión junto con los Pasos que integran la del Santo Entierro o de Soledad.

Ponderadas por Nos las razones aducidas, y deseando por nuestra parte fomentar la piedad y devoción de los Fieles, considerando suficientemente probada la autenticidad de mencionada Reliquia del “Lignum Crucis” y la gran devoción profesada en los siglos pasados, según la documentación que nos han presentado, venimos por Decretar y Decretamos:

a) Que aprobamos la salida procesional de mencionada Reliquia del “Lignum Crucis” de la Parroquia Mozárabe de Santa Eulalia y San Marcos de Toledo en la Procesión del Santo Entierro o Soledad del Viernes Santo.

b) Que el “Lignum Crucis” deberá ser portado en andas  y bajo palio por Caballeros Mozárabes.

c) Que deberá ocupar el lugar inmediatamente delante de la Imagen de la Soledad, que cierra la procesión.

d) Que deberá ser acompañada por el Capítulo de Caballeros Mozárabes, precedidos de sus insignias y presidido por sus autoridades.

e) Deberán observarse las normas litúrgicas referentes al “Lignum Crucis” y el orden que Nos aprobamos en documento aparte.

Dese traslado de este Nuestro Decreto a la Parroquia de Santa Eulalia y San Marcos, a la Parroquia de Santa Justa y Rufina donde radica la Hermandad de la Soledad que organiza la Procesión del Viernes Santo llamada del Santo Entierro o Soledad y quede una copia en el Arzobispado.

Sin que obste nada en contrario. Dado “in perpetuum”, en Toledo a 1 de marzo del año de 1976.

Fdo.:  Marcelo González Martín

Cardenal Arzobispo de Toledo".

 

La parroquia estuvo en su templo hasta 1842, pasando este año junto con su feligresía a la mozárabe de San Marcos que se encontraba en la iglesia del convento de los Trinitarios Calzados a causa de la reorganización, “desde donde cada uno de los tres párrocos administrarán el pasto espiritual a sus respectivos feligreses, quedando a cargo de uno solo luego que por muerte, traslación o renuncia se verificara la vacante.”

Después de 128 años y una vez concluida la última restauración llevada a cabo por Bellas Artes volvió a su templo en el año 1974, junto con la feligresía  de San Marcos.

Iglesia de Santa Eulalia

 

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA.

Colomina, Jaime. El Lignum Crucis de la parroquia mozárabe de Santa Eulalia. Crónica Mozárabe nº  20. Toledo. Págs. 5-9.

Palazuelos. Guía de Toledo. Toledo 1890. Pág. 827.

Ramírez de Arellano, Rafael. Las parroquias de Toledo. IPIET. Toledo. 1997.

De los Ríos, Amador. Monumentos Arquitectónicos de España. E. Martín y Gamoneda Editores. Madrid. 1906.

Rodríguez de Gracia, Hilario. Los reparos en la iglesia de Santa Eulalia en 1672. Crónica Mozárabe nº 5. Toledo. Págs. 6-7.

Pisa, Francisco. Apuntamientos para la segunda parte de la historia de Toledo. IPIET. Toledo 1976Y.

VV.AA. Arquitecturas de Toledo. Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades.

 

SAN TORCUATO

Jesús González Martín

La parroquia de san Torcuato, la más moderna de las mozárabes,  fue fundada en el año 700 o 701 bajo el reinado de Egica. Según Porres, se sabe con seguridad que existía en 1187.  Parece ser que esta parroquia no tenía mucha feligresía. Según algunos autores,  ya en 1285 era la menor de las seis parroquias mozárabes, por ser ésta la que menos sacerdotes la atendían. Siguen diciendo éstos que ya en 1503 sólo contaba con una veintena de fieles, queremos entender que se referían a familias, y que en 1576 no quedaba ninguno. Por tanto, debemos admitir que la feligresía se “extinguió”, sin que sepamos los motivos, ya que al ser parroquia personal los descendientes de aquellos parroquianos, siguen siendo mozárabes,  por lo que este hecho debería ser objeto de estudio.

La parroquia, aun sin feligresía, tenía asignados dos  presbíteros que seguía manteniendo el culto y celebrando las fiestas solemnes, como la festividad del titular el 1 de mayo, y los oficios de Semana Santa.

Las monjas que habitaban el vecino convento de santa Mónica, al que se habían trasladado desde unas casas que en un principio tuvieron junto al convento de san Agustín, en la puerta del Cambrón, sin ser aún comunidad regular, ya que era un beaterio, el 19 de julio de 1571 instaron al Consejo de Gobernación del Arzobispado la cesión de la iglesia por carecer de feligreses. Como en aquellos años era cura párroco el licenciado Mancio de Villafañe, le hicieron llegar la petición de las religiosas para que tomase una decisión. Éste informó que carecía de parroquianos y no podía tenerlos en un futuro, por ser éstos “por cabezas y no por casas” por su calidad de mozárabes. Por tanto, poco tenía que hacer en la iglesia, ni siquiera decir misa, considerando que sería mas beneficioso para el culto que se cediese al convento. Pero puso dos condiciones: que el párroco pudiera decir en ella misa mozárabe el día de san Torcuato, como siempre hacía.  La otra condición fue que no se cambiara la advocación por la de san Agustín, orden a la que pertenecían las religiosas.

Su anexión se decretó  el 4 de agosto de 1571 incluyéndose en el decreto  todas las condiciones que puso Villafañe, quedando la casa parroquial también a disposición del arzobispado por todo tiempo.

Una vez entregado el templo a las religiosas, éstas abrieron reja a la iglesia y comulgatorio.

En 1592,  siendo arzobispo de la Diócesis el cardenal Quiroga, el beaterio se convirtió en  convento regular.

La iglesia con el trascurrir de los años se había ido deteriorando y amenazaba ruina, por lo que en el año 1615 a instancias del citado cardenal se procedió a la reconstrucción del templo que duraría hasta 1620.

Las obras fueron dirigidas por Jorge Manuel Theotocopuli, cuya retribución por esta tarea fue la autorización para que pudiera hacer una bóveda para su familia.  La idea de Jorge Manuel era sustituirla por la que la familia tenía en Santo Domingo el Antiguo donde estaba enterrado su padre. Las religiosas le dieron sitio para hacer la cripta frente a la puerta principal de la iglesia, "para que labre la bóveda para su entierro y de su mujer, hijos y descendientes y de sus padres".

Mucho se ha escrito sobre si el Greco llegó a enterrarse en esa bóveda, cosa que aquí no haremos, dado el carácter divulgativo  de estas páginas.

Nada nos ha llegado de la primitiva iglesia y tenemos que esperar hasta el siglo XVI para conocer su fábrica cuando por mandato del Arzobispo D. Gaspar de Quiroga se reedificó el edificio. Parro, en el Toledo en la mano nos dice  que "su arquitectura es greco romana, de mucha solidez y mediana capacidad, con buena portada de sillería sobre la cual hay una estatua de piedra que figura el santo titular, pero que no tiene merito alguno. Lo único que hay de notable en esta iglesia es el cuadro del retablo mayor, pintado por Francisco Camilo, que representa la consagración de San Torcuato por San Pedro; sus dimensiones son colosales, tiene muy buen colorido y no carece de otras prendas bastante apreciables como cuadro de composición. Además existen algunas pinturas en tabla, muy lindas, en un retablo de orden corintio que hay en el cuerpo de la única nave que tiene el templo; y por último a los pies de éste, adorna el comulgatorio de las monjas un cuerpecito dórico con una medalla que representa la Resurrección del Señor, todo ello de mármol, obra del género de Berruguete que seguramente hizo alguno de sus buenos discípulos. El boceto del cuadro de San Mauricio, pintado por el Greco para el Escorial, que según Ponz y aun La Toledo Pintoresca, se veía en uno de los muros de esta iglesia, no se encuentra allí en el día, sin que sepamos como ni desde cuando ha desaparecido de su sitio".

Mario Arellano, en el número 90 de Crónica Mozárabe, nos relata las vicisitudes que rodearon al cuadro de "La Consagración de San Marcos por San Pedro": “Esta pintura  realizada por Francisco Camilo, entre 1666 y 1673 (fecha aproximada, ya que debió ser encargo de don Pascual de Aragón cuyas armas ostenta), estuvo en el altar mayor de la parroquia de San Pedro, sita en la catedral de Toledo. En la reforma de dicha capilla ordenada por el cardenal Lorenzana en 1789, el cuadro fue sustituido por el actual, pintado por Francisco Bayeu. El cardenal regaló el cuadro a las monjas agustinas del convento de San Torcuato para instalarlo en la iglesia (antigua parroquia mozárabe de su advocación).

Se desconoce a los propietarios que adquirieron el convento en la desamortización, ni quien vendió el cuadro a D. Alejandro Fernández Araoz, que le compró con la intención de evitar su destrucción y le donó al Museo del prado. Hoy está en la iglesia del Hospital Tavera de Toledo en depósito del citado museo.”

Consagración de San Torcuato por San Pedro.

Respecto al San Mauricio, nos dice Balbina Martínez Caviró, en Los Conventos de Toledo, citando a Cossío y su obra El Greco, escrita en 1907, que el cuadro de San Mauricio, que hoy se encuentra en la Colección Boulos Ristelhueber, no es obra del Greco, sino de su hijo Jorge Manuel. Con él coinciden Meyer, Camón y Wethey. Para estos autores este lienzo sería el pintado por Jorge Manuel para la capilla funeraria familiar de San Torcuato. La obra también fue vista en el altar mayor, como ya hemos dicho, por Ponz y Ceán. Amador de los Ríos la cita antes, en 1845. En cambio, ya no lo menciona Parro al describir la iglesia, por lo cual debió venderse antes de 1857.

La tranquilidad para las monjas que habitaban el convento e iglesia de San Torcuato se quebró cuando en 1868, los partidarios en Toledo de la "Gloriosa" revolución que arrojó del trono a Isabel II, decidieron suprimir el convento de San Torcuato. El 17 de mayo de 1869 salía a subasta pública junto con la iglesia por 17.260 pesetas. Subasta que quedó desierta como nos dice Porres en su obra Historia de las Calles de Toledo. En una segunda licitación se adjudicó, el 6 de diciembre de 1870, por 14.101 pesetas, a dos comerciantes toledanos, Florentino Moreno y Marcos Urzainquin, quienes lo parcelaron y vendieron a partir de 1874.

Los nuevos propietarios demolieron el edificio y solo dejaron en pie la portada de la iglesia.

Hasta ahora, como hemos dicho, desconocíamos la arquitectura del edificio de la olvidada iglesia de San Torcuato, pero a través de las reproducciones  fotográficas y los planos levantados en el siglo XIX, trataremos de dar a conocer algunos aspectos de su fábrica.

El primer documento que hemos estudiado es el dibujo panorámico de Toledo, obra de A. Guesdon, realizado en el año 1856, propiedad del Colegio Oficial de Arquitectos. (Foto 1)

Foto 1. Detalle Litografía de A. Guesdon .Año 1856

 

Aunque es una vista panorámica, si la observamos detenidamente  y tomamos como referencia la iglesia mozárabe de San Sebastián, fácilmente reconocible, en primer término, ésta nos servirá de referencia para situar los distintos edificios que aparecen en el dibujo de Guesdon.

Un poco más arriba, a la izquierda y prácticamente a la misma altura, se alza sobre el resto del caserío la iglesia mozárabe de San Torcuato y junto a ella, destaca el convento de monjas agustinas de San Torcuato. A su derecha  sobre una elevación se localiza el seminario en construcción. A la izquierda de éste  se levanta la iglesia de San Bartolomé, de la que se puede apreciar el ábside.

Sirva este documento para situarnos en el entorno de la iglesia y convento. Para poder apreciar mejor la fábrica de sendos edificios, veamos la fotografía tomada por R.P. Napper hacia 1860. (Foto 2).

Foto 2. Año 1860

 La perspectiva que nos presentan esta fotografía nos permite apreciar con cierta claridad la fábrica. El testimonio que nos deja es muy interesante, ya que hasta ahora es casi el único documento, junto con  los planos de la ciudad, que existe del templo, solamente ha llegado hasta nosotros la portada de la iglesia.

En la fotografía que nos ocupa, se aprecia la gran elevación que tenía la iglesia, de una sola nave con ábside semicircular, con capilla absidal rectangular por el exterior con cubierta a cuatro aguas.

Con éste y otros documentos intentaremos seguir las vicisitudes que rodearon a ambos edificios hasta su demolición.

 

Foto 3. Año 1858

El plano de Francisco Coello y Maximiano Hijón, fechado en 1858 (Foto 3) en el centro de la imagen aparece la Iglesia y el  convento en la calle de su nombre. Los autores, a la hora de identificar los edificios, lo reflejan en los apartados de parroquias y conventos del nomenclátor. En el de parroquias aparece la leyenda “Torcuato (San) mozárabe”, y en el apartado de conventos “Torcuato (San) agustinas”, ambos localizados en la calle  de San Torcuato, donde aparece señalada la iglesia orientada al sur, y adosado a los pies del templo sitúan el convento de las agustinas con la siguiente leyenda:Anejo mozárabe y convento de agustinas de san Torcuato”, lo que confirma que aún existían ambos edificios en 1858, coincidiendo su planta con la Foto 1.

En la fotografía de Jean Laurent, tomada en 1872, según Eduardo Sánchez Butragueño afirma en su Blog "Toledo Olvidado", se puede apreciar, como él mismo nos dice, que la iglesia ya estaba demolida (Foto 4).

Foto 4. Detalle 1872

Foto 5. Detalle plano de Reinoso, 1882

 En el plano de José Reinoso, dechado  en 1882 (Foto 5), aparecen reflejados ambos edificios  con los números 108 y 141, “Torcuato (San) anejo mozárabe y Torcuato (San Agustín)” respectivamente. Aunque solamente han trascurrido 24 años entre los dos planos, comprobamos que aún se encontraban en pie, cosa poco probable, como hemos visto al estudiar las fotografías anteriores. Con toda probabilidad Reinoso tomó los datos de  Coello. Al hablar de la iglesia y del convento los debería haber anotado como solares.

 Ya en el siglo XX, en el plano de Rey y Pastor, fechado en 1926 (Foto 6), podemos ver una parcela sombreada con la leyenda:

 

Foto 6. Detalle del plano de Rey y Pastor 1926

“Antigua parroquia mozárabe de san Torcuato”. Ya no hace referencia al convento, sin duda porque se habría edificado en su solar. Por lo que se refiere a la iglesia creemos que  a pesar de estar enajenada  aún no se habían construido las viviendas particulares que hoy conocemos.

Del edificio, como hemos dicho, solo queda la portada de la iglesia, cuyas trazas, como también hemos apuntado, se deben a Jorge Manuel Theotocopuli. Se compone de puerta adintelada enmarcada por columnas lisas con capiteles jónicos y contrapilastras del mismo orden que soportan un frontón curvo y partido con esbeltas pirámides exentas como acroteras. El cuerpo superior lo constituye un edículo que alberga la hornacina de medio punto en la que se halla una imagen de san Torcuato. Está formado por pilastras toscanas que flanquean la hornacina y sobre las que se apoya un frontón triangular coronado por tres bolas.

Portada de la iglesia en la actualidad.

 A modo de conclusión, diremos que la portada ha sido declarada Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento por Decreto 105/1998, de 03-11-98 (DOCM 13-11-98) de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

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Martínez Caviró, Balbina. Conventos de Toledo. Ediciones El Viso. Madrid. 1990.

Parro, Sixto Ramón. Toledo en la mano. IPIET. Toledo. 1978.

Porres Martín-Cleto, Julio. Historia de las calles de Toledo. Editorial Zocodover. Toledo. 1982.

Porres Martín-Cleto, Julio. La desamortización del siglo XIX en Toledo. IPIET. Toledo. 2001.

Porres Martín - Cleto, Julio; del Cerro Malagón, Rafael Juan; Isabel Sánchez, José Luis. Toledo visto por el litógrafo Alfred Guesdon. IPIET. Toledo. 1991.

VV. AA. Arquitecturas de Toledo. Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo. 1991.

toledoolvidado.blogspot.com/2010/02/la-iglesia-de-san-torcuato.html

www.ayto-toledo.org/archivo/archivo.asp